22-Septiembre-2017

En el congreso anual de la Sociedad Española de Oftalmología tuvo lugar el simposio “Los tiempos del Glaucoma: una enfermedad contrarreloj”. En él recordamos que el glaucoma es una enfermedad progresiva en la que los cambios en la visión suceden de manera lenta pero irreversible. En la mayoría de los casos, los pacientes no son conscientes que están perdiendo visión y no pueden aportar información a su doctor sobre la estabilidad de la enfermedad. Por tanto, los médicos nos vemos obligados a solicitar pruebas diagnósticas complementarias, como son la OCT y el Campo Visual, para asegurarnos que el paciente se encuentra estable. El hecho de que la Presión Intraocular esté dentro de los límites de la normalidad no garantiza que el paciente se encuentre estable. De hecho, las publicaciones científicas confirman que dicha presión es un mal marcador de progresión. Hay pacientes con una presión de 20 mmHg que progresan y otros están estables. La enfermedad no espera a que los médicos soliciten las pruebas y los pacientes se las hagan. Si existe un mal control de la enfermedad, la pérdida visual continua. Y, en ocasiones, pueden pasar más de 2 años hasta que somos conscientes que el paciente está perdiendo la visión. Por tanto, como defendí en mi conferencia “El glaucoma no espera”, hasta que tengamos confirmación de que el paciente está estable mediante pruebas diagnósticas, debemos tratar de manera temprana a nuestros pacientes y buscar bajadas importantes de la presión intraocular. Así pues, necesitamos utilizar los fármacos más potentes (no todos producen las mismas bajadas de presión) desde el principio. En los pacientes con perfiles de riesgo elevado debemos, además, considerar la utilización de técnicas láser o quirúrgicas desde etapas iniciales para garantizar un mejor control de la enfermedad.

Dr. Pablo Alcocer

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